Lecturas del miércoles, 01 de septiembre de 2021


Aquí podrás encontrar el Evangelio, el Salmo responsorial y las Lecturas del miércoles, 01 de septiembre de 2021

Primera lectura del miércoles, 01 de septiembre de 2021

Comienzo de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1, 1-8

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo al pueblo
santo que vive en Colosas, de hermanos fieles a Cristo.
Os deseamos la gracia y la paz de Dios nuestro Padre.
En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios Padre de nuestro
Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del
amor que tenéis a todo el pueblo santo.
Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya
conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez la Buena Noticia, el
mensaje de la verdad.
Esta se sigue propagando y dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido
entre vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad lo
generoso que es Dios.
Fue Epafra quien os lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio, auxiliar fiel
que Cristo nos ha dado.
El ahora nos ha hecho ver el profundo amor que sentís por nosotros.

Salmo responsorial del miércoles, 01 de septiembre de 2021

Salmo responsorial Sal 51, 10. 11.

V. Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás.
R. Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás.
V. Pero yo, como verde olivo.
en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios, por siempre jamás.
V. Te daré siempre gracias porque has actuado;proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno». R.

Evangelio del miércoles, 01 de septiembre de 2021

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por
el1a.
El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó;ella, levantándose enseguida, se
puso a servirles.
Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban;y él,
poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: Tú eres el Hijo de Dios.
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió a un lugar solitario.
La gente lo andaba buscando;dieron con él e intentaban retenerlo para que no se
les fuese.
Pero él les dijo: También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios,
para eso me han enviado.
Y predicaba en las sinagogas de Judea.