Lecturas del jueves, 14 de enero de 2021


Aquí podrás encontrar el Evangelio, el Salmo responsorial y las Lecturas del jueves, 14 de enero de 2021

Primera lectura del jueves, 14 de enero de 2021

Lectura de la carta a los Hebreos 3, 7-14

Hermanos: Dice el Espíritu Santo: «Hoy, si oís su voz,
no endurezcáis vuestros corazones como cuando el desafío, cuando la Provocación
del desierto, donde me provocaron vuestros padres, poniéndome a prueba, a
pesar de haber visto mis obras durante cuarenta años;por eso me indigné contra
aquella generación y dije: Siempre tienen el corazón extraviado;no han conocido
mis caminos, por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso».
¡Atención, hermanos ! Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo,
que lo lleve a desertar del Dios vivo.
Animaos, por el contrario, los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» , para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado.
En efecto, somos partícipes de Cristo, si conservamos firme hasta el final el temple
primitivo de nuestra fe.

Salmo responsorial del jueves, 14 de enero de 2021

Salmo responsorial Sal 94, 6-7. 8-9. 10-11

V. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis el corazón».
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis el corazón».
V. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.
V. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían
visto mis obras». R.
V. Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: «Es un pueblo
de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;por eso he jurado en mi
cólera que no entrarán en mi descanso». R.

Evangelio del jueves, 14 de enero de 2021

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: Si quieres,
puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
El lo despidió, encargándole severamente: No se lo digas a nadie;pero para que
conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de
modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo;se quedaba
fuera, en descampado;y aun así acudían a él de todas partes.