Lecturas del sábado, 12 de septiembre de 2020


Aquí podrás encontrar el Evangelio, el Salmo responsorial y las Lecturas del sábado, 12 de septiembre de 2020

Primera lectura del sábado, 12 de septiembre de 2020

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10, 14-22a.

Amigos míos: No tengáis que ver con la idolatría.
Os hablo como a gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo.
El cáliz de nuestra Acción de Gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo? Y
el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo ? El pan es uno, y
así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos
todos del mismo pan.
Considerad al pueblo de Israel: los que comen de las víctimas se unen al altar.
¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino
que los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que
os unáis a los demonios.
No podéis beber de las dos copas, de la del Señor y de la de los demonios.
No podéis participar de las dos mesas, de la del Señor y de la de los demonios.
¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más fuertes que él?

Salmo responsorial del sábado, 12 de septiembre de 2020

Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 17-18.

V. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
V. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho ? Alzaré el cáliz de la
salvación, invocando su nombre. R.
V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R.

Evangelio del sábado, 12 de septiembre de 2020

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: No hay árbol sano que dé fruto
dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano.
Cada árbol se conoce por su fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se
vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es
malo, de la maldad saca el mal;porque lo que rebosa del corazón, lo habla la
boca.
¿Por qué me llamáis «Señor, Señor» , y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí,
escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se
parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre
roca;vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo
tambalearla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra,
sin cimiento;arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó
desplomándose.