Lecturas del sábado, 18 de julio de 2020


Aquí podrás encontrar el Evangelio, el Salmo responsorial y las Lecturas del sábado, 18 de julio de 2020

Primera lectura del sábado, 18 de julio de 2020

Lectura del Profeta Miqueas 2, 1-5

Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas;al amanecer las
cumplen, porque tienen el poder.
Codician los campos y los roban, las casas, y se apoderan de ellas: oprimen al
hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones.
Por eso, dice el Señor: Mirad, yo medito una desgracia contra esa familia.
No lograréis apartar el cuello de ella;no podréis caminar erguidos, porque será un
tiempo calamitoso.
Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una elegía: han acabado
con nosotros;venden la heredad de mi pueblo;nadie lo impedía, reparten a
extraños nuestra tierra.
Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor.

Salmo responsorial del sábado, 18 de julio de 2020

Salmo responsorial Sal 10, 1-2. 3-4. 7-8. 14

V. No te olvides de los humildes, Señor.
R. No te olvides de los humildes, Señor.
V. ¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento del aprieto? La
soberbia del impío oprime al infeliz y lo enreda en las intrigas que ha tramado.
El malvado se gloría de su ambición, el codicioso blasfema y desprecia al
Señor.
El malvado dice con insolencia: No hay Dios que me pida cuentas. R.
V. Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes;su lengua encubre
maldad y opresión;en el zaguán se sienta al acecho, para matar a escondidas al
inocente. R.
V. Pero tú ves las penas y los trabajos, tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano. R.

Evangelio del sábado, 18 de julio de 2020

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 12, 14-21

En aquel tiempo, los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron.
El los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi
amado, mi predilecto.
Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el
derecho;en su nombre esperarán las naciones».