Lecturas del martes, 10 de abril de 2018


Aquí podrás encontrar el Evangelio, el Salmo responsorial y las Lecturas del martes, 10 de abril de 2018

Primera lectura del martes, 10 de abril de 2018

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32-37

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en
común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los
que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de
los apóstoles;luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa Consolado, que era
levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió;llevó el dinero y lo puso a
disposición de los apóstoles.

Salmo responsorial del martes, 10 de abril de 2018

Salmo responsorial Sal 92, 1ab. 1c-2. 5 (R/.: 1a)

R. El Señor reina, vestido de majestad (o bien: Aleluya).
El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. R.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres
eterno. R.
Tus mandatos son fieles y seguros;la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por
días sin término. R.

Evangelio del martes, 10 de abril de 2018

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—«Tenéis que nacer de nuevo;el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero
no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
Nicodemo le preguntó:
—«¿Cómo puede suceder eso?»
Le contestó Jesús:
—«Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos
hablamos;de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro
testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable
del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del
hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el
Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»