Rincón de la Fe » Lecturas » Lecturas del domingo, 18 de junio de 2017Lecturas del domingo, 18 de junio de 2017 Aquí podrás encontrar el Evangelio, el Salmo responsorial y las Lecturas del domingo, 18 de junio de 2017 sábado 17 de junio lunes 19 de junio Primera lectura del domingo, 18 de junio de 2017 Deut 8, 2-3. 14-16 En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: "Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para ponerte a prueba y conocer si ibas a guardar sus mandamientos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. No sea que te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto y de la esclavitud; que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, lleno de serpientes y alacranes; que en una tierra árida hizo brotar para ti agua de la roca más dura, y que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres". Salmo Responsorial del domingo, 18 de junio de 2017 Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20 R. (12a) Bendito sea el Señor. Glorifica al Señor, Jerusalén; a Dios ríndele honores, Israel. El refuerza el cerrojo de tus puertas y bendice a tus hijos en tu casa. R. Bendito sea el Señor. El mantiene la paz en tus fronteras, con su trigo mejor sacia tu hambre. El envía a la tierra su mensaje y su palabra corre velozmente. R. Bendito sea el Señor. Le muestra a Jacob sus pensamientos. sus normas y designios a Israel. No ha hecho nada igual con ningún pueblo ni le ha confiado a otro sus proyectos. R. Bendito sea el Señor. Segunda lectura del domingo, 18 de junio de 2017 SecuenciaAl Salvador alabemos, que es nuestro pastor y guía. Alabémoslo con himnos y canciones de alegría. Alabémoslo sin límites y con nuestras fuerzas todas; pues tan grande es el Señor, que nuestra alabanza es poca. Gustosos hoy aclamamos a Cristo, que es nuestro pan, pues él es el pan de vida, que nos da vida inmortal. Doce eran los que cenaban y les dio pan a los doce. Doce entonces lo comieron, y, después, todos los hombres. Sea plena la alabanza y llena de alegres cantos; que nuestra alma se desborde en todo un concierto santo. Hoy celebramos con gozo la gloriosa institución de este banquete divino, el banquete del Señor. Ésta es la nueva Pascua, Pascua del único Rey, que termina con la alianza tan pesada de la ley. Esto nuevo, siempre nuevo, es la luz de la verdad, que sustituye a lo viejo con reciente claridad. En aquella última cena Cristo hizo la maravilla de dejar a sus amigos el memorial de su vida. Enseñados por la Iglesia, consagramos pan y vino, que a los hombres nos redimen, y dan fuerza en el camino. Es un dogma del cristiano que el pan se convierte en carne, y lo que antes era vino queda convertido en sangre. Hay cosas que no entendemos, pues no alcanza la razón; mas si las vemos con fe, entrarán al corazón. Bajo símbolos diversos y en diferentes figuras, se esconden ciertas verdades maravillosas, profundas. Su sangre es nuestra bebida; su carne, nuestro alimento; pero en el pan o en el vino Cristo está todo completo. Quien lo come, no lo rompe, no lo parte ni divide; él es el todo y la parte; vivo está en quien lo recibe. Puede ser tan sólo uno el que se acerca al altar, o pueden ser multitudes: Cristo no se acabará. Lo comen buenos y malos, con provecho diferente; no es lo mismo tener vida que ser condenado a muerte. A los malos les da muerte y a los buenos les da vida. ¡Qué efecto tan diferente tiene la misma comida! Si lo parten, no te apures; sólo parten lo exterior; en el mínimo fragmento entero late el Señor. Cuando parten lo exterior, sólo parten lo que has visto; no es una disminución de la persona de Cristo. El pan que del cielo baja es comida de viajeros. Es un pan para los hijos. ¡No hay que tirarlo a los perros! Isaac, el inocente, es figura de este pan, con el cordero de Pascua y el misterioso maná. Ten compasión de nosotros, buen pastor, pan verdadero. Apaciéntanos y cuídanos y condúcenos al cielo. Todo lo puedes y sabes, pastor de ovejas, divino. Concédenos en el cielo gozar la herencia contigo. Amén. Evangelio del domingo, 18 de junio de 2017 Jn 6, 51-58 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida". Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". sábado 17 de junio lunes 19 de junio